La vida es tomar decisiones. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nos enfrentamos a multitud de situaciones en las que debemos escoger. Decidir es un proceso mental-cognitivo que va asociado a la experiencia, en el común de los casos; pero también se presenta una "primera vez" lo que implica a "no tener la experiencia del caso", pero en la que también se debe de tomar una decisión.
De decidir nadie se escapa, ya que cuando nos quedamos instalados en la indecisión o en evitar - por miedo a equivocarnos -, el tomar una decisión, estamos eligiendo.
Quedarnos con una vocación sin ejercer, en un trabajo que no nos da placer, con una pareja que ya no amamos, con un sueño sin cumplir, con un proyecto sin concretar, con las ganas de… es también una decisión tomada.
Una vez que elijas quizás aciertes, o quizás no; pero jamás descubrirás lo que te espera hasta que no te atrevas a dar el primer paso. Las dudas y el riesgo a equivocarnos siempre van a estar ahí.
La única forma de no fallar es no hacer nada, no decidir, no elegir, no avanzar.
Cuando te decidas por algo, no vuelvas a mirar lo que quedó por fuera de esa elección. Focaliza tus energías en hacer CRECER la opción elegida. A veces, lo que más cuesta de tomar una decisión, no es elegir por una de las posibilidades, sino hacer el duelo por lo que queda sin elegir, cuando decidimos por algo.
Mejor probar, fallar y aprender, que pasarse toda la vida pensando: ¿qué hubiera pasado si … . ?
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