En la primer década del siglo XX, José Guadalupe Posada, un caricaturista mexicano, (de Aguascalientes) retrataba sus cartones del periódico local, con estilo calavérico (no necesariamente alusivo al Día de Muertos). La forma calaverica era una especie de burla alusiva al personaje del cuál escribía algún artículo, señalando que tarde o temprano, de todos modos todos iríamos al panteón. La calavera original de Posada fué la calavera garbancera, en alusión a quienes presumían de su sangre Española y renegaban de su origen indígena.
Con el tiempo, las imágenes de Posada en los diarios de circulación nacional, llamaron la atención de artistas como Diego Rivera, que retomó la imagen de la calavera garbancera y su sombrero de plumas muy de la alta sociedad de la época y la incluyó como personaje central en el mural Sueño de una tarde dominical y la llamó la Catrina, otorgándole un cuerpo y reconociendo a su creador; ya que retrata a Posada de la mano de su Catrina.
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